Primero fueron los retoques de estética. Un poquito por aquí, otro por allá, esto lo subo, esto lo bajo. Toda una primera transformación. A la par, y debido a accidentes, personas deformadas y amputadas, recobraban una apariencia digna y una movilidad decente. Con el tiempo se insertaron tarjetas de memoria con toda aquella información que se consideraba oportuna. Toda clase de conocimientos culturales, formativos y físicos se escogían a medida de gustos y necesidades.
Los avances eran tales, que lo artificial superaba al original. Y poco a poco se fueron perdiendo las estructuras, órganos y tejidos para ser material meramente tecnológico.
Finalmente se eliminaron pensamientos, recuerdos, deseos y conciencias que sólo suponían un atraso en la producción y mantenimiento del sistema.
Hoy poblamos un mundo perfecto. Sin errores dudas o vacilación. Un mundo en equilibrio estable. Un engranaje milimétrico preestablecido y calculado desde antes hasta después de la existencia de cada una de las piezas, antes llamadas humanos.