8 nov 2011

Leberti


Cayó en la certeza de su existencia. Suspendido entre la razón y el deseo permanecía inmóvil esperando que el tiempo decidiese por el. Pero el tiempo, siempre paciente, se mantenía casi ajeno. Su lucha por recuperar su vida no hacía más que hundirle en la sinrazón, confundiéndole y ahogándole sin nadie que interviniese.
Solo el y su pensar.
Su amor infalible e inmisericorde se iría consumiendo con el, y hasta su desaparición, no podría retomar su existencia, su realidad vital.

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